A lo largo de los años, mi padre Greg y yo nos hemos aventurado en Fiordland muchas veces en el sorteo anual de permisos para cazar uapitíesorganizada por la Fjordland Wapiti Foundation. Por alguna razón, nunca habíamos podido convencer a mi madre Fiona para que nos acompañara. Sin embargo, milagrosamente, conseguimos convencerla de que se presentara al sorteo de 2021, y los astros debieron alinearse, ya que, por fin, le tocó la zona de Lower Glaisnock para el tercer periodo en abril de 2022.
PREPARACIÓN: CUANDO LA CLAVE ES SER LIGERO Y COMPACTO
Cualquier viaje a Fiordland Wapiti viene precedido de semanas de planificación y preparativos previos. Repasamos numerosas listas de equipos y fuimos extremadamente meticulosos con lo que íbamos a llevarnos. Minimizar el peso es de suma importancia, ya que literalmente hay que llevar el equipo para diez días en una mochila. Por suerte para nosotros, teníamos el nuevo telescopio ATC de SWAROVSKI OPTIK con nosotros. Su tamaño asombrosamente compacto y su ligereza eran el complemento perfecto para nuestro gran viaje mochilero.
DÍA 1 – COMIENZA NUESTRA AVENTURA
Un comienzo tempranero en la pequeña ciudad lacustre de Te Anau nos hizo subir a un par de botes para atravesar el lago hasta el borde de nuestra zona asignada. Sentimos un cierto choque cultural, ya que las imponentes montañas y picos se alzaron de repente sobre nosotros. Alguna vez he oído describir Fiordland como una selva amazónica que se levanta en lo alto del Himalaya. Creo que para quienes no se hayan aventurado allí antes, es una descripción bastante acertada.
Con las mochilas al hombro, cruzamos el caudaloso río Glaisnock y comenzamos el empinado ascenso de 800 metros hacia las cimas de Nitz-Newton. Tras cuatro horas abriéndonos camino a través de la maleza del bosque silvestre conseguimos superar la línea de arbustos para adentrarnos en territorio alpino. Sin avistar ningún animal, acampamos y soñamos con los nueve días que aún nos quedaban por delante.
DÍA 2 – ¡HOLA, KEA!
Al levantar el campamento, subimos a lo alto y nos vimos recompensados con unas magníficas vistas panorámicas hacia el lago Te Anau. Un agudo bramido de uapití nos hizo intentar localizar a nuestro primer animal del viaje. Una vez localizado, una mirada más cercana con el telescopio ATC confirmó que se trataba de un macho joven. Todavía le faltaban algunos años para estar en su mejor momento, así que seguimos avanzando.
A continuación, nos encontramos con uno de los habitantes más pintorescos de los paisajes neozelandeses, el descarado kea (Nestor notabilis). Este pájaro es el único loro alpino del mundo y es muy curioso, ya que quiere jugar continuamente con los equipos y seguir a las personas. Esto, por supuesto, no ayudó a nuestras oportunidades de caza, pero siguen siendo una parte realmente especial de la experiencia de cazar en las montañas de Nueva Zelanda. Actualmente se considera una especie en peligro de extinción, a causa de la depredación por parte de mamíferos introducidos. Por ello, los cazadores realizan vastas operaciones de captura de depredadores y estudios para ayudar a la supervivencia del kea.
Al anochecer, buscamos un lugar resguardado para acampar, ya que se esperaban vientos huracanados y fuertes lluvias para los próximos días. Mi madre, Fiona, nunca había experimentado una tormenta en Fiordland y estaba un poco nerviosa. La tranquilizamos diciéndole que todo esto formaba parte de la experiencia de la caza del uapití.
DÍA 3 – LLUVIA INTENSA
Como era de esperar, nos despertamos con llovizna y fuertes vientos. Pasamos la mayor parte del día en la tienda de campaña, pero nos escabullimos para echar un vistazo rápido o para hervir agua en la cocina de gas cada vez que el tiempo nos daba una tregua. Pensamos que habíamos elegido un campamento a prueba de bombas para capear este temporal...
DÍA 4 – TIENDAS MOJADAS Y UN MACHO DE 10 PUNTAS
La lluvia fue extremadamente intensa durante la noche, mucho más de lo esperado. Nuestros campamentos empezaron a inundarse antes de que amaneciera. A pesar de nuestros mejores intentos por cavar canales de drenaje y sacar el agua con cubos, la tienda de Greg y Fiona estaba desahuciada. Pasándose a la mía y a la tienda del cámara Emil con todo el equipo seco que pudieron salvar, nos acurrucamos entre sacos de dormir mojados y chaquetas de plumas, esperando que el amanecer no estuviera demasiado lejos.
Por suerte, el tiempo se despejó y pudimos secar todas nuestras tiendas y equipos. Conseguimos avistar unos cuantos uapitíes a lo largo del día, incluido un macho de 10 puntas al otro lado del valle. La evaluación a través del telescopio del ATC indicó que era lo suficientemente viejo como para cazarlo. Sin embargo, abatir un macho habría supuesto el fin de nuestro viaje, ya que habría añadido 30 kilos adicionales a los pesos de nuestras mochilas. Demasiado pesado para seguir con nuestros planes de viaje.
DÍA 5 – UN NUEVO CAMPAMENTO
La mañana amaneció despejada y nos dirigimos a una zona nueva, completando una gran subida y bajada, antes de dar un rodeo entre una bandada de keas hasta nuestro nuevo campamento en altura. Las nuevas perspectivas de caza eran emocionantes y enseguida localizamos algunas hembras y machos jóvenes, pero no el macho adecuado que buscábamos.
DÍA 6 – AVISTAMIENTOS PROMETEDORES
Mi padre Greg y yo nos dirigimos con un simple equipo de día y el telescopio ATC, ya que queríamos viajar rápido y ligero. Al llegar a la cresta, divisé rápidamente un macho de 12 puntas, pero aún le faltaban algunos años para estar en su mejor momento. No obstante, fue muy gratificante encontrarnos con este impresionante animal alimentándose en la cuenca.
Más tarde vimos un macho aparentemente grande silueteado contra el horizonte, al otro lado del valle principal, un animal que definitivamente merecía echar un ojo más de cerca. Decidimos bajar más y acampar por encima del borde de los arbustos para pasar la noche, observando tanto los llanos como el otro lado del valle donde habíamos visto al gran macho.
DÍA 7 – LA BAJADA
Tomamos la decisión de levantar el campamento y enfrentar el empinado y desconocido descenso a través del espeso dosel de arbustos hasta las llanuras que se extendían a nuestros pies. Esperábamos que así consiguiéramos estar mejor posicionados para encontrar al macho de la noche anterior. Lo que vimos fue un par de ejemplares más jóvenes haciendo sus rondas en el llano. Además, la brisa del valle superior ciertamente no ayudaba a nuestras posibilidades. Nos acomodamos para pasar la noche, con previsión de lluvia.
DÍA 8 – DESCANSO Y REINICIO
La persistente llovizna nos mantuvo la mayor parte del tiempo en la tienda de campaña. Fue agradable descansar un poco después de un par de largos días de caminata. Logramos reubicar al gran macho en lo alto durante un momento en el que despejó por la noche y decidimos subir a por él por la mañana.
DÍA 9 – EL GRAN MACHO DE WAPITI
Salimos temprano del campamento, nos abrimos camino por un antiguo canal de avalancha vegetativa hasta la cima de la montaña. Esperábamos que las cálidas corrientes térmicas que soplaban hacia las zonas altas se mantuvieran a nuestro favor. Justo cuando coronamos la cresta, pudimos ver a las hembras trotando hasta perderlas de vista. Tras ellas iba el gran macho y esperábamos que también desapareciera. Sin embargo, por alguna razón desconocida, se detuvo y se sentó en la cresta. No podíamos creernos nuestra buena suerte.
Todavía estaba a 700 metros, así que hicimos todo lo posible por reducir rápidamente la distancia que nos separaba sin perderlo de vista. Nos asomamos al último giro y vimos que todavía seguía allí, sentado. ¡Qué alivio!
Era un macho maduro de 12 puntas, de ocho o nueve años. Una vez que Fiona estuvo preparada y dispuesta tras el arma, Greg hizo sonar un señuelo para intentar que el uapití se levantara. El macho se puso de pie inmediatamente, se giró y vino corriendo en nuestra dirección, bramando mientras corría. La expectación aumentaba cuanto más se acercaba a nosotros. Cuando se detuvo y nos presentó su costado, Fiona aprovechó su oportunidad. La emoción nos embargó.
Siempre es una sensación agridulce cazar un animal tan majestuoso. Estábamos eufóricos por haber tenido por fin éxito después de nueve grandes días en las montañas, pero siempre se siente cierto remordimiento por el animal y por sacarlo de la manada.
DÍA 10 – BUENOS RECUERDOS
Y llegó el último día de nuestra cacería. De pie en la orilla del lago junto a mis padres, numerosos recuerdos impagables y un montón de carne de venado fresca para compartir, todas las dificultades quedaron atrás, y habría hecho este viaje de nuevo sin pensármelo dos veces.
CÓMO LLEGÓ EL UAPITÍ
A NUEVA ZELANDA
El uapití (nombre americano nativo del ciervo canadiense, que significa “grupa blanca”) se introdujo por primera vez en Nueva Zelanda en 1905, cuando el presidente estadounidense Theodore Roosevelt regaló 10 ejemplares al gobierno neozelandés. Los animales fueron liberados en la zona de George Sound del Parque Nacional de Fiordland, uno de los paisajes más escarpados e inhóspitos de Nueva Zelanda. A pesar de todos los pronósticos, los uapitíes prosperaron y la manada de descendientes es gestionada ahora por la Fiordland Wapiti Foundation, que realiza una batida anual durante el celo del uapití. Se considera una de las mejores experiencias de caza del planeta.
ACERCA DE
WILLIE DULEY
Willie Duley es un apasionado cazador y conservacionista de las tierras salvajes de Nueva Zelanda. Creció en una familia inmersa en el aire libre y la naturaleza. Sus padres son los productores de la popular revista NZ Hunter Magazine. El propio Willie presenta y produce el programa de televisión sobre actividades al aire libre NZ Hunter Adventures. Como padre, espera ofrecer a su familia una infancia igual de gratificante creciendo rodeado de personas, lugares y animales silvestres.
